12 de nov. 2010

Los diarios de Matilde

Matilde elige la luz natural para ponerse a escribir. Caligrafía con esmero cada uno de los gestos pasados al papel perfumado por el roce de sus dedos meñique y anular, depositarios de ese olor a sándalo que ella tiene impregnado.

La tinta de recarga en una pluma estilográfica, elegida entre muchas de su colección, como quien selecciona un pañuelo que combine con el traje que lleva puesto.

Deja volar su imaginación y actualiza sus recuerdos.

Un paseo a la orilla del mar. Un amor temprano. Ojos rasgados y pasión.

Nació libre y se sometió a la mordaza y cadenas, para hacer su santa voluntad.

Tras las ventanas se ocultan vidas que no se pueden ventilar.

Mezcla en cuartillas, amarilleadas por el paso del tiempo, verdades y mentiras piadosas. Palabras que no se pueden pronunciar.

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11 de nov. 2010

¿Qué puede diferenciar un pueblo de una ciudad?

Susana habla de árboles, caminos de tierra y polvo, insectos pululando entre hierbas secas en verano,...
Lo que no se ha experimentado difícilmente puede ser representado.
Hay imágenes que concuerdan en parte con lo que ella me ha contado.
A veces, cuando lo hace, parece que pueda estar allí.
Es ella la que, con su emoción, me transporta a esos caminos y sensaciones.

Pone ante mí infinidad de fotografías y dibujos.

Conozco retazos de esa proyección parcial. Cielos con nubes. Amaneceres y puestas de sol.

En mi mundo todo se ha parcelado y uniformado.
No hay diferencias como las que ella me quiere marcar.
Hay pequeños espacios en que las aguas claras de una corriente liberan mi alma, reposando mi cuerpo sobre mullida hierba.
Ella dice que eso estaba en un amplio paisaje.
En pocos metros puedo vivirlo, pero si me desplazo, salgo a una calle diseñada con rectas y curvas geométricas.
Se han recreado esos sitios para que podamos equilibrar nuestras vidas de origen animal.

Mi familia se subió al carro de las tecnologías y energías que hoy día caducan.

Cifuentes del Río, el pueblo originario, es una especie de cementerio de cochambre y residuos. En él encontramos todas esas máquinas en desuso. Chatarra que espera el proceso inverso. Ese es el reto. Convertir los materiales en piedra.
Se hizo abuso y acabaron con las irregularidades que marcaban las diferencias en los paisajes.

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Jacinta, mi bisabuela

Han llegado a mis manos los diarios de Matilde. En ellos escribió lo que mi bisabuela le contó.
No trascribiré sus letras. Lo dejo para otro momento. Será ardua tarea.
En ellos se encuentra su testimonio sobre el hecho que dio oportunidad a mi vida.

Cuando fue abusada (así lo apunta), tenía creencias ciegas sobre lo que ese hombre representaba.
No opuso resistencia porque el desconcierto la enmudeció.
Le sirvió para verlo todo con claridad.
No le guardaba rencor. Eso dice cuando Matilde le pregunta al respecto.
Ella aceptó su destino y agradeció el fruto que, aunque no fue escogido, la vida le ofreció. Justifica con dolor su renuncia. Plantea que no había otra posibilidad. ¿A dónde ir con la tripa llena? Decía ella.
Su familia no se haría cargo y quedarse en la misma casa en que mi abuelo fue adoptado iba a ser insoportable.
Se alegró del destino que puso en sus manos la liberación de su hijo y su propia supervivencia.
Se inició en artes de sanación. Tuvo una percepción de las cosas más a allá de lo aparente. Está dotada de un sexto sentido.
Mamá también lo ha vivido.
Conectaba con la raíz de la vida. Con el suelo.
Su presencia en la vida dejó huella profunda.
Fue compañera y amiga de Matilde. Más que amiga.

Querida Susi, nunca hemos hablado de esos escritos. Me consta que los has leído.
Cuando decidiste vivir en la casa que vio nacer a Jacinta, sabías.

Ellas se llegaron a tocar y a amar. Ese contacto liberó a las dos mujeres.
Lo hicieron con desapego. Dejando cada cosas en su sitio. Respetando las estructuras y la grandeza de amar. Las dos tenían lo deseado. Compartían.
Matilde fue una persona radiante, amada y deseada por todos. Su amor verdadero fue tu hermano. Eso lo sabes. Tú misma caíste bajo su encanto.
Por eso, Carlos fue su hijo del alma. Antes, Julián había llenado el vacío de la maternidad negada. Tu hermano pequeño traía bajo el brazo el vínculo que las unía.

En cuanto a tu orientación, si lees con detenimiento los apuntes en su diario verás que hay detalles que por su redundancia apuntan a esa inquietud en tu segunda madre, como te gusta nombrarla. Esa insistencia en los pasos a dar para hacer de ti una señorita, en el sentido que la palabra tenía, no son más que alertas significativas sobre lo que ella veía en ti.
Los niños no mienten. Seguro que la abrazabas con el corazón alborotado y la contemplabas con admiración, no queriendo emularla, sino queriéndola tuya.
Esas cosas se disimulan mal cuando nacen de dentro.
Nunca fue directa en sus apuntes.
Supongo que era consciente de que algún día estarían en tus manos y no quería hacerte daño.
Fuiste su niña. Eso no lo dudes.

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7 de nov. 2010

Reconozco que me he perdido lo que la naturaleza me regaló

Es posible que no llegues a entenderlo.
Ricardo se alejó. Lo hizo sin que yo advirtiera su ausencia. La vida venía tirando de mí.
Cuando nos reencontramos ya era ella, Rica.
Te diré que no me sorprendí. Fue algo que sin saber sabía.

Mis viajes me tenían aislada. Me centré en mi trabajo y dejé de lado la vida que antes tenía. Fue mi huida.
¿Cómo vivir mis contradicciones sin romperme?
Tu madre supo tomar esa decisión. Yo no hubiera sabido hacer algo así.
Mi actitud en la vida era masculina, pero no hubiera sido capaz de hacerle a mi cuerpo lo que ella le hizo al suyo.
No sabría decir si mi vida hubiera pintado mejor en ese rol.
Mimeticé formas y gestos.
En más de una ocasión me sentí llamada muchacho y eso me gustó.
De niña y jovencita no era dueña de mis bucles y adornos femeninos.
Posiblemente Matilde intuía y hacía lo posible por hacer de mí lo que veía se perdía.
No me extrañaría que incluso tuviera conocimiento de mis deseos. Los que yo ni siquiera intuía.
Estar en un internado despertó lo que en mí dormía.
Fue un tiempo en que supe que tenía un poder que sojuzgaba a las otras.
Es posible que el coqueteo y juego mantenido con Ricardo fuera un ensayo sin riesgos.
Los dos sentimos la necesidad de encontrarnos, pero al tiempo vivimos el freno que obstaculizaba nuestros sentidos. Descubrimos los límites que debíamos superar. Nuestras almas se hermanaron.
Te diré que nunca expuse mi cuerpo desnudo al contacto. Con ellas mantuve mis ropas ciñéndolo. Las tomaba y las dejaba. Se quejaban. Me reclamaban y yo me alejaba. Mi desapego desagradaba y tentaba.
Fueron encuentros fugaces. Nunca dormí con mis amantes.
Me sentí rara y distinta. Diferente.
Asumí que no siendo así hubiera sido imposible encontrarse.
Imagino mi cuerpo otro y no me sé.

Hubo un momento en que Ricardo y yo nos planteamos concebirte.
Casi tuve claro que con esa inseminación podría, pero eso me quitó el sueño y le tuve que decir que no contara conmigo.
Me hubiera gustado pasar por ello y tener hoy ese fruto, pero me fue imposible.
Incluso miramos procedimientos en los que bastara que yo donara mis óvulos, pero tampoco pude con ello.
Reconozco que me he perdido lo que la naturaleza me regaló.
Estás aquí. No por mí. Fue otra la que se ofreció.

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4 de nov. 2010

Mi hermana Julia

Mi hermana Julia no para de decirme que no vale la pena mirar al pasado.
Dice que me he obsesionado y que nunca debí ceder a tus propósitos, querida Susi.

Por mi parte, me tienes cada vez más intrigado.

Ese triángulo que parece hubo entre Rica, entonces Ricardo, tu hermano y tú, no me queda del todo claro.

¿Cómo pasó de un estado de ser a otro?
¿Por qué pretendió unirse a ti?

Mi hermana opina que eso es cosa vuestra, pero a mí me gustaría reconstruir.

Mamá nunca quiso responder a mis preguntas.
Ahora no está en condiciones de hacerlo.
Está en ese retorno que aunque la medicina parece controlar, la tiene en una infancia letal.
Hay momentos en que mirando fotografías, canturrea y nombra lo que quizás tu me sabrías explicar.

He visto esa fotografía en que estáis los tres.
Él te mira. Yo diría que con ese cariño que se tienen las personas que se conocen bien. Sin embargo, tu hermano está ausente.
Tú miras directamente a la persona que debió hacer esa fotografía, creo que fue Matilde, ya que por lo que me parece es de cuando ibais las dos al encuentro de ellos, cuando ella te llevaba a la ciudad.
No puedo diferenciar vuestros conceptos de pueblo y ciudad.
Ya sé que me lo has explicado muchas veces, pero lo que no se ve es difícil de imaginar.

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Escribir es una forma de reclamo para que otras mentes hagan su paseo a nuestro lado.

Este proyecto empezó siendo la voz de un personaje y ahora se ha extendido a la de otro.
Por otra parte, como la moneda, esta opción tiene dos caras.

Hay que reconocer que escribir es una forma de reclamo para que otras mentes hagan su paseo a nuestro lado.
Una página va más allá del círculo de conocidos (y conocidas) y amigos (y amigas).
Compartir es crecer en conocimiento y visibilidad.

El futuro es una página en blanco que, mientras vivamos, podremos diseñar, plegar y transformar.
Mi novela y personajes, van pasando por la vida, desde el tiempo anterior a la mía al futuro imprevisible que me gusta imaginar.

Escribir es una forma de reclamo para que otras mentes hagan su paseo a nuestro lado.

Hay compañeros (y compañeras) de viaje que están a nuestro lado largo trecho, y otros son como estrellas fugaces.
Los hay que, aún por poco tiempo dejan nuestra alma marcada con tatuajes.

Hay lecturas que nos entran en las proximidades del alma para acompañarnos a lo largo de la vida.

3 de nov. 2010

Del futuro a ti

Soy un personaje. Eso me permite moverme en la atemporalidad.
Mi autora puso en marcha una historia familiar.
Es posible que ella quiera imaginar lo que vendrá.

Yo soy parte de la respuesta.

Soy hijo del hombre hecho mujer. Mi madre.
Ella vivió durante años bajo el perfil homosexual.
Primero negó.
Confundió un amor hacia la hermana del amigo que amaba.
Cuando supo que no había otra forma de vivir, y el mundo le permitió verse, superó esa fijación y vivió su condición.
Tuvo que pasar por ello.
No siempre le fue fácil la aceptación, pero su principal enemigo era él mismo.
Una vez lo aceptó, se desmelenó.
Tarde le llegó el amor.
Ignacio, mi padre, un muchacho mucho más joven que él, sin trabas educacionales, le enseño a aceptarse.
Su relación fue estable.
Al principio tuvieron sus más y sus menos.
La diferencia de edad era algo que Rica no sabía aceptar.
Rica, es así como mamá se hizo llamar.
Antes de ponerse en tratamientos hormonales y cirugías plásticas, depositó su semen para engendrarnos.
He dicho bien, engendrarnos.
Somos dos hermanos gemelos. Julia y yo.
Para la gestación hubo una madre de alquiler.
Nunca quisieron investigar si éramos el resultado de la fecundación de papá o mamá.
Los dos hemos vivido en armonía familiar.
Susana ha sido para nosotros nuestra tía. Cómplice y amiga.

2 de nov. 2010

Rica, mi mamá

No has hablado de mi madre.
Lo haré yo.
Ricardo decidió probar otra forma de ser y estar.
Susana le animó a ello.
Antes de ser intervenido quiso que se guardara su semen para poder tener la oportunidad, si algún día quería procrear.
Ese día llegó y allí entro yo.
Mamá es Ricardo.
No quiso cambiarse el nombre.
Le llamamos Rica. Le encanta.
Susana participó activamente en ese periodo de su vida.
La madre de alquiler es anónima. Lo fue cuando Rica se casó con Nacho, mi papá.
Allí nací yo. Susana me apadrinó.
Soy Fernando Cifuentes Sampe.
Mi padre nació el mismo día que Fernando, el hijo de Sofía.
Piluca me lo explicó.
El abuelo de Susana había tenido un hijo natural, antes de casarse.
Julián, su padre, arregló los papeles para que sus descendientes fueran reconocidos como Cifuentes.



Susi está a mi lado

Ella quiere que participe en este espacio.
Mantiene, que es la forma de dar a conocer a los personajes de tu novela.
Le ha costado convencerme.
Estamos en una época en que todo esto es rudimentario.
Sin embargo, pensando en Jacinta, mi bisabuela, tan querida por ella, he aceptado.
Había empezado a sacar a la luz aquellos papeles que ella recogió de la casa del pueblo.
Me cuesta comprender el concepto pueblo.
Ella hace muchos esfuerzos por hacérmelo entender.

PAISAJES

Paisajes literarios de esos lugares en que transcurre la vida de los Cifuentes.

Jacinta, mi bisabuela, fue la criada en la casa de los Cifuentes.
Ella es mi raíz materna.
Era una mujer de carácter. Se hizo valer en ese mundo en que la mujer tenía pocos espacios para conseguirlo.
La casa de sus padres no le dio otra oportunidad que la de venir a este mundo.
Siendo muy jovencita, una niña, fue abusada, aunque sin violencia.
Soy el nieto del hijo del cura.
Los dos eran muy jóvenes. Ella inocente.
Pude saber que ese hombre del que tengo el nombre le dijo a su hijo que ella no se opuso. Con eso dejó caer que consintió.
Tengo mis dudas.
En esos tiempos en que la vida no valía lo que debía, una muchachita sola ante su arranque poco podía hacer.
Salir en estampida o evitar la envestida.
Para eso debía saber lo que ella ignoraba.
Confiada no veía malicia bajo sus sayas.
No era débil, desconocía lo que le venía encima.
Es posible que en otras circunstancias, sin que él tuviera hábitos como destino, de ese encuentro hubieran dado paso a otros, y ella, como muchas, hubiera tenido la creencia de que su destino estaba en engendrar esos hijos.
Cuando se supo en cinta, no dudo en dejar lo que de su vientre naciera en otras manos.
No hubiera sido capaz de suprimir esa vida, pero sabía que había quien lo recogiera.
Eran tiempos en que las criaturas eran llevadas a centros de acogida para que familias sin descendencia las adoptaran. Esos procesos estaban a la orden del día.
Las familias se enriquecían con la descendencia. Estaba muy valorado tener muchos hijos.
No era extraño encontrar familias en las que se tiraba a delante con nueve hijos o más.
Los métodos de anticoncepción eran rudimentarios.
Mi bisabuela nunca intento deshacer lo que en sus entrañas se iba desarrollando.
Lo que no quiso es tenerlo con ella haciendo el papel que le ofrecían.
Su familia rechazo que ella se hiciera cargo de la criatura.
No podían alimentarlos.
De inmediato encontraron una familia que quiso adoptar. Eran los Sampe. Familia rica que se estaba preparando para ir a vivir a la ciudad.
Los tiempos cambiaban.
La economía centralizaba sus actividades en las ciudades.
Ella aceptó que así fuera, pero rechazo quedarse a su cargo.
Sabía que era la mejor suerte para su hijo.
La familia del que se lo hizo.
Cuando murió Jacinta, mi padre y mi abuelo velaron su marcha.

Os preguntareis porqué mi padre, siendo homosexual, pudo tener una relación en la que yo fui engendrado.
Así fue.
Soy un Cifuentes.

1 de nov. 2010

Susi no se manifiesta

El texto sacado desde su perfil apunta a otra voz.
Es posible que ella no vuelva a nosotros.
Escribía el hijo de su sobrino.
Esperemos que se aclare si es él quien sigue con los textos o tenemos una nueva voz.

Ella estaba en el fin de sus días.

Lo que aquí fue proyectando quedaba fuera de la novela.

Se suponía que ella hablaría desde aquí.

Hace días que no hay texto que la tenga a ella como referente.
El último que pareció salirle de dentro fue el que podemos consultar en: Me alimentaba lo que despertaba en ti

Ella que parecía no abrigar pasiones ciegas, deslizaba en él todo su fuego.

Un amor que no entraba en nuestros planes.

La novela no cambiará, porque está terminada, pero su texto plantea una nueva perspectiva.

Poner en voz del personaje lo que aquí se ha ido dejando tiene ese riesgo.

Ella en el fin de su tiempo, puede moverse a otro tiempo.

La temporalidad sólo nos afecta a nosotros.

Es posible que, como personaje que se sabe fuera de nuestras leyes, haya decidido presentarse en otro ciclo temporal.

Está jugando desde otro rincón del tiempo.

Si es así, puede estar transcribiendo aquellos papeles que recogió.

En mi mente están.

La hice salir de la casa del pueblo con ellos.
A lo largo de la narración no encuentra momento para sentarse ante ellos.
Esa es la parte no escrita.
Eso hace que la novela no termine su ciclo.
Tampoco hay prisa en ello.
Los papeles pueden desempolvarse o quedar como los que ella leyó.

Matilde, su segunda madre, tuvo aficiones literarias que compartió con ella.

Hubo un momento en que escribió en el diario de su madre, y tras ella lo hizo su sobrina Sofia.

Siempre pensé que este blog lo continuaría ella.

Aunque me duela

Debería tomar rumbo, empezar a tener en consideración todas las precauciones.
Tuve en mi mano la llave de tu casa.
Nunca debí aceptarla.
Tenía que volver para dártela o para quedarme.
No era justo.
Debiste darme la oportunidad de que pudiera llamarte para quedar.
Temeroso enredaba con ella en el fondo del bolsillo de atrás.
La noche pasada fuiste tú quien irguió mi destino hacía ti.
Tonteamos y caí en el deseo.
Fuimos el uno a por el otro.
No puedo decir que caí en tus redes.
Quise y dejé que las tendieras para mí.
De ese vuelo que me hizo feliz no quiero repetir.
Volvería al lugar común que ya conocí.
Esperabas enredarme con la treta de esa llave.
Llamaré desde el bar de la esquina simulando que cayó en el momento que cambié de pantalón.
Mi piel se sensibiliza pensando en rozarse con la tuya.
Temo que no puedo salir como si nada.
Ha empezado una danza.
Temeroso miro el reflejo de mi cara al afeitarla.
No me veo en él.
Tu sonrisa se ha mezclado en la espuma que voy recortando.
Me has dejado atravesado.
Quieres probar y eso me da morbo.
Dices que con ella sientes poco, que es monótono.
Te miré a los ojos y eso te bastó para hacerme tu presa.
Nunca estuve más de una vez con un hombre casado.
¿Qué le dirás cuando venga a vuestra casa y me encuentre instalado?
Voy demasiado deprisa.
Nadie sabe si habrá una segunda vez.
Yo la deseo, pero no sé si tú también.
He imaginado ser ella.
No soy de los que gesticulan y se les nota, pero me ha gustado pensar que te provocaba con sus ropas y maquillaje.
Me trastorna pensar que pueda hacer ese papel.
Yo que siempre rechacé esas apariencias plumeras.
Me preparo para acceder cuando caiga la tarde.
¿Estará ella?
¡Ya sé! Es un juego de tres.
Por eso me has tentado.
Necesitáis a alguien que os anime en la fiesta.
No voy a entrar en vuestro juego.
Aunque me duela.
Iré en busca de otros para quitarme las penas.